| Descripción |
Esta estela realizada sobre una losa de granito, la más grande encontrada hasta el momento, fue desenterrada en 1965 por un tractor que realizaba labores agrícolas. Su forma rectangular alargada ofrece el lado derecho muy bien cortado, mientras que el izquierdo formaría parte del perfil original de la piedra. El lado superior termina en un estrechamiento seguramente intencionado. Los dibujos se realizaron con profundas incisiones, ocupando el campo decorativo algo menos de los dos tercios de la losa, lo que parece lógico si tenemos en cuenta su gran altura y el mayor espacio inferior necesario para clavarla en el suelo.
La estela de Fuente de Cantos forma parte de las denominadas estelas de guerrero del Bronce Final. Todas ellas, halladas en su mayoría en el suroeste peninsular, están realizadas sobre diversos soportes pétreos de acuerdo con la litología de cada zona. De gran riqueza decorativa, en este caso destaca el guerrero sobre otros elementos como el escudo o el carro. La figura humana es muy esquemática, aunque se distinguen los dedos de pies y manos; el guerrero lleva un casco de cuernos liriformes de gran tamaño. El escudo está compuesto por cuatro círculos concéntricos más uno interior rebajado que representaría el umbo. Una lanza aparece en el lado derecho de la estela, en posición vertical y con punta hacia abajo. Una espada se grabó con la empuñadura a la altura de la mano del guerrero y la punta hacia arriba; la empuñadura es maciza con pomo terminado en forma de "T" y empalme con guardas curvadas hacia el interior. El carro aparece bajo el guerrero en disposición ligeramente diagonal, con dos líneas rectas que atraviesan su armazón: una transversal que hace de eje a dos ruedas realizadas mediante círculos rebajados y otra longitudinal que enlaza con el timón del carro donde aparecen representados dos animales de tiro. Un espejo se muestra bajo la empuñadura de la espada con el mango hacia abajo. Un peine se grabó a la izquierda del guerrero y presenta cuerpo rectangular del que salen ocho púas de trazo irregular. Una fíbula se sitúa a la derecha del guerrero, a la altura de su cabeza; se trata de una fíbula de codo en la que se aprecia cómo el alfiler sobresale ligeramente. Finalmente, una serie de puntos de diferentes tamaños aparecen esparcidos por la estela: cinco de estos puntos están entre el guerrero y la lanza, dos en sendos tobillos, uno a la altura del muslo derecho, uno bajo el peine y uno más sobre el tiro del carro.
Estas estelas han sido interpretadas tradicionalmente como marcadores de tumbas, pese a no haber podido ser vinculadas casi en ningún caso a enterramientos. Las interpretaciones más recientes tienen que ver con la ubicación de las estelas en cruces de caminos, pasos de montaña y caminos locales. Mediante un lenguaje iconográfico compartido, estas estelas podrían señalizar rutas comerciales o demarcar los límites de un territorio cuyos recursos eran controlados por un grupo determinado.
La pieza fue adquirida para el Museo a D. José Mª Cordón Fernández en 1966.
|
